Esperanza de Dios

27 mayo 2006

La cohabitación (Kerby Anderson)

Introducción

“La cohabitación está reemplazando al matrimonio como la primera experiencia de convivencia para hombres y mujeres jóvenes. Y las personas que viven juntas antes de casarse ponen en peligro su casamiento futuro”. Estas son algunas de las conclusiones de los sociólogos David Popenoe y Barbara Dafoe Whitehead en su estudio para el Proyecto Nacional de Matrimonio.{1}

En este artículo vamos a tratar este fenómeno social de la cohabitación. Solía denominarse “vivir en pecado” o “juntarse”. Hoy se ha reemplazado por los términos más neutrales “convivir” o “cohabitar”. Voy a emplear, para este artículo, el término “cohabitación”, puesto que es la palabra generalmente aceptada en la sociedad y la ley. La cohabitación ha sido descrita como ‘dos personas no relacionadas, de sexos opuestos, que comparten una vivienda en una relación sexualmente íntima sin aprobación legal o religiosa’.{2}

La cohabitación, como estilo de vida, está en aumento. Considere el significante crecimiento de las tasas de cohabitación en las últimas décadas. En 1960 y 1970, alrededor de medio millón de personas convivían. Pero para 1980 el número ya era de 1,5 millones. Para 1990, la cifra era de casi 3 millones. Y, para 2000, la cifra era de casi 5 millones de personas.{3}

Unos investigadores calculan que hoy en día hasta el 50% de estadounidenses cohabitan en alguno que otro momento antes de casarse.{4} El estereotipo de dos jóvenes sin hijos que viven juntos no es del todo correcto; actualmente, alrededor del 40% de las parejas que cohabitan incluyen niños.{5}

Estados Unidos parece estar cambiando su actitud acerca de la cohabitación. George Barna ha informado que 60% de los estadounidenses creían que la mejor manera de establecer un matrimonio exitoso era cohabitando antes de casarse.{6} Otra encuesta halló que dos tercios (66%) de muchachos del cuarto año de la secundaria estaba de acuerdo o casi de acuerdo con la siguiente afirmación: “por lo general, es bueno que una pareja conviva antes de casarse para averiguar si realmente se lleva bien”.{7}

La cohabitación no es lo mismo que el matrimonio. No es reconocida como matrimonio por el estado. Y los participantes viven juntos porque su propósito es no casarse, al menos por el momento.

Aunque algunos dirán que una pareja que cohabita “está casada a los ojos de Dios”, eso no es cierto. No están casados a los ojos de Dios porque está viviendo en contra de los preceptos bíblicos referentes al matrimonio. Y no están casados a sus propios ojos porque han decidido específicamente no casarse.

La cohabitación está cambiando, sin duda, el paisaje cultural de nuestra sociedad. La proporción de primeros matrimonios precedidos por cohabitación se ha multiplicado por diez en las últimas décadas. Y el creciente número de parejas que cohabitan transmite un mensaje contradictorio a nuestros niños. Por una parte, escuchan a los padres y a los pastores proclamar el valor del matrimonio. Y, por otra parte, ven una sociedad que tolera la cohabitación.

La cohabitación y las relaciones de prueba

“Pienso que deberíamos vivir juntos antes de casarnos para ver si somos compatibles”.

¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase? Sin embargo, muchas de las suposiciones actuales sobre la convivencia son incorrectas.

Linda Waite y Maggie Gallagher escribieron conjuntamente The Case for Marriage: Why Married People Are Happier, Healthier and Better Off Financially [El caso a favor del matrimonio: Por qué las personas casadas son más felices, más saludables y están mejor económicamente]{8} El libro no sólo defiende la causa del matrimonio sino cuestiona también suposiciones actuales acerca de la cohabitación.

La tesis del libro es simple. Allá por los ‘50, las reglas eran claras: primero el amor, luego el matrimonio, y sólo entonces el cochecito de bebé. Pero el “tsunami” social que arrasó los ’60 cambió todo. La píldora, la revolución sexual, el orgullo gay, el feminismo, las madres en el trabajo, el divorcio sin culpa y el aumento de nacimientos ilegítimos cambiaron nuestras opiniones acerca del matrimonio y la familia. Los autores presentan las evidencias para demostrar que el matrimonio es algo bueno. Como dice el subtítulo del libro, las personas casadas son más felices, tienen mejor salud y están mejor económicamente.

No obstante, la sabiduría convencional sugiere que uno debe “probar antes de comprar”. De hecho, una de las preguntas que se suelen repetir para justificar la convivencia es: “Usted no compraría un coche sin probarlo antes, ¿no?”. El problema de este tipo de preguntas y frases hechas es que deshumanizan a la otra persona. Si decido no comprar un coche (o un par de zapatos, o cualquier otro objeto inanimado), el coche no se siente rechazado. Cuando uno prueba un coche, no pone su equipaje personal en el baúl. Y, cuando uno rechaza un modelo de coche no crea un equipaje emocional que arrastra a la siguiente prueba de coche. El coche no necesita asesoramiento psicológico para que pueda confiar en el siguiente comprador de coches. Francamente, probar una relación como se prueba un coche sólo es positivo si usted es el conductor.

La investigación ha mostrado que la gente que cohabita tiende a ver el matrimonio de forma negativa porque involucra asumir nuevas responsabilidades que contrastan con sus antiguas libertades. Por otra parte, las personas que se casan después del camino convencional del noviazgo no se sienten constreñidos por el matrimonio, sino liberados por él.{9}

Considere el contraste. Una pareja que cohabita tiene casi todo lo que ofrece el matrimonio (incluyendo el sexo), pero pocas obligaciones y responsabilidades. Por eso, las personas que cohabitan se sienten atrapadas cuando entran al matrimonio. Deben asumir grandes responsabilidades nuevas pero no reciben nada que no tenían antes.

Las parejas que se casan después del noviazgo experimentan justo lo contrario, especialmente si mantienen su pureza sexual. El matrimonio es la culminación de su relación y ofrece la plena profundidad de una relación que han anhelado por mucho tiempo.

Esto no quiere decir que la cohabitación garantice un fracaso matrimonial, ni tampoco que el matrimonio a través de la ruta convencional garantice el éxito matrimonial. Existen excepciones a esta regla, pero una pareja que cohabita antes del matrimonio está apostando contra ellos y su futuro matrimonio.

La cohabitación y las percepciones

Si usted cohabita antes de casarse, está poniendo en peligro su futuro matrimonio. Esta es la conclusión de un informe reciente sobre la cohabitación. Las 5 millones de parejas que cohabitan en Estados Unidos viven juntas para ahorrar dinero, para probar la vida casada o para evitar la soledad. Pero la práctica puede causar un daño significativo al matrimonio.

Los sociólogos David Popenoe y Barbara Dafne Whitehead publicaron su estudio a través del Proyecto Nacional de Matrimonio de la Universidad de Rutgers. Su estudio confirma unos estudios previos acerca del peligro de la cohabitación y agrega detalles adicionales.

Hallaron que la cohabitación parece ser tan contraproducente para un matrimonio duradero que las parejas no casadas deben evitar vivir juntas, especialmente si hay hijos. Sostienen que la cohabitación es “una estructura familiar frágil'” que plantea un mayor riesgo para mujeres y niños.

Parte de la razón para el peligro es la diferencia de percepción. Por lo general, los hombres entran a la relación con menos intención de casarse que las mujeres. La consideran más como una oportunidad sexual sin los lazos de un compromiso de larga duración. Sin embargo, las mujeres suelen ver el arreglo de vivienda como un paso hacia un matrimonio final. Así que, mientras las mujeres podrán creer que van hacia el matrimonio, los hombres tienen otras ideas. Algunos hombres, en realidad, desprecian a las mujeres con quienes viven y las consideran como fáciles. Una mujer así no es su idea de un cónyuge fiel.

Las personas que viven juntas en relaciones sin compromiso probablemente no estén dispuestas a resolver problemas. Como no hay compromiso a largo plazo, es fácil dejar el acuerdo de vivienda en vigor y buscar relaciones menos díscolas con una nueva pareja.

La multiplicación por diez de la cohabitación en las últimas décadas es pasmosa. Y las razones de este crecimiento son muchas: menos tabúes contra el sexo prematrimonial, madurez sexual más avanzada, casamientos más tardíos, ingresos adecuados para vivir aparte de sus familias.

Independientemente de las razones para la cohabitación, este estudio documenta los peligros. Las parejas que conviven tienen mayores probabilidades de divorciarse que las que no lo hacen. Son menos felices y tienen un menor puntaje en los índices de bienestar, incluyendo la satisfacción sexual. Y las parejas que cohabitan a menudo son más pobres que las parejas casadas.

Aunque millones de personas lo hagan, cohabitar es una mala idea. Como veremos más adelante, hay claras prohibiciones bíblicas en contra del sexo prematrimonial. Pero, aparte de estas declaraciones bíblicas, hay predicciones sociológicas ominosas de fracaso cuando una pareja piensa cohabitar en lugar de casarse. Las investigaciones más recientes apoyan lo que la Biblia ha dicho por milenios. Si usted quiere un buen matrimonio, no haga lo que dice la sociedad. Haga lo que la Biblia enseña que hagamos.

Las consecuencias de la cohabitación

Al contrario de la sabiduría convencional, la cohabitación puede resultar dañina para el matrimonio así como para las parejas y sus hijos. Un estudio basado en la Encuesta Nacional de Familias y Hogares halló que matrimonios que tuvieron una cohabitación previa tenían una probabilidad de hasta 46% mayor de divorciarse que los que no habían cohabitado. En base de esta encuesta y un estudio de estudios anteriores, los autores concluyeron que el riesgo de que se rompa el matrimonio luego de una cohabitación “está comenzando a asumir la condición de una generalización empírica”.{10}

Algunos han intentado sostener que la correlación entre la cohabitación y el divorcio es artificial, porque las personas dispuestas a cohabitar son poco convencionales y están menos dedicadas al matrimonio. En otras palabras, la cohabitación no produce el divorcio sino que está asociada con él simplemente porque la misma clase de gente está involucrada en ambos fenómenos. Sin embargo, aun cuando se controla cuidadosamente en la estadística este “efecto de selección”, sigue habiendo un “efecto de cohabitación”.

Los matrimonios se mantienen unidos por un compromiso mutuo que no se encuentra en la mayoría (o en ninguna) de las relaciones de cohabitación. Los integrantes de las parejas que conviven valoran la autonomía por sobre el compromiso y tienden a estar menos comprometidas que las parejas casadas con la continuación de su relación.{11}

Un estudio halló que “convivir con una pareja romántica antes de casarse está asociado con un apoyo y un comportamiento más negativos y menos positivos en la solución de problemas durante el matrimonio”. La razón es simple. Como hay menos seguridad de un compromiso de larga duración, “puede haber menos motivación para parejas que cohabitan para desarrollar sus habilidades para resolver conflictos y de apoyo”.{12}

Las parejas que conviven, sin embargo, pierden más que sólo los beneficios del matrimonio. Las tasas anuales de depresión entre parejas que conviven son más de 3 veces las de las parejas casadas.{13} Las personas que cohabitan tienen una mayor probabilidad de ser infelices en el matrimonio y una mucha mayor probabilidad de considerar el divorcio.{14}

Las mujeres que están en relaciones de cohabitación tienen el doble de probabilidad de sufrir abuso físico o sexual que las mujeres casadas.{15} Otro estudio encontró que las mujeres en relaciones de cohabitación tienen una probabilidad nueve veces mayor de ser muertas por su compañero que las mujeres de relaciones matrimoniales.{16}

La cohabitación es especialmente dañina para los hijos. En primer lugar, algunos estudios han hallado que los niños que viven con una madre y su pareja no casada tienen significativamente más problemas de comportamiento y un desempeño académico menor que los niños de familias intactas.{17} En segundo lugar, existe el riesgo de que la pareja se separe, creando todavía más dificultades sociales y personales. En tercer lugar, muchos de estos niños no nacieron de la relación actual, sino de una unión previa de uno de los adultos de la pareja, generalmente la madre. Vivir en una casa con una madre y un novio es una situación endeble, en el mejor de los casos. Las demandas legales de sostén para los hijos y otras fuentes de ingresos familiares están ausentes.

La cohabitación y la Biblia

Hasta ahora, hemos hablado de las consecuencias sociales y psicológicas de la cohabitación. Busquemos ahora una perspectiva bíblica.

La Biblia enseña que las relaciones sexuales pueden tener un efecto de vinculación muy fuerte en dos personas. Cuando ocurre dentro del matrimonio, el hombre y la mujer se convierten en una sola carne (Efesios 5:31). Pero las relaciones sexuales fuera del matrimonio también tienen consecuencias. Al escribir a la iglesia de Corinto, el apóstol Pablo dijo que el hombre que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella (1 Corintios 6:16).

El contexto de la discusión surgió de un problema dentro de la iglesia. Un hombre de la iglesia tenía relaciones sexuales con la esposa de su padre (1 Corintios 5:1-3.). Pablo dice que esta relación es inmoral. Ante todo, era incestuosa, lo cual estaba condenado por el Antiguo Testamento (Levítico 18:8, Deuteronomio 22:30). En segundo lugar, no había ninguna unión matrimonial, sino un ejemplo de cohabitación. Pablo nos aconseja huir de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18).

La inmoralidad sexual se condena en más de 25 versículos del Nuevo Testamento. El término en griego es porneia, una palabra que abarca todas las formas de relaciones sexuales ilícitas. Jesús enseñó que “de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona” (Marcos 7:21-23).

Pablo dijo que “la voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).

El matrimonio es el plan de Dios. Ofrece una compañía íntima de por vida (Génesis 2:18). Provee un contexto para la procreación y el crianza de los hijos (Efesios 6:1, 2). Y por último, el matrimonio brinda una expresión dada por Dios del deseo sexual (1 Corintios 7:2).

En el Nuevo Testamento, se advierte a los creyentes contra el pecado habitual, que incluye el pecado sexual (1 Corintios 5:1-5). La iglesia tiene que hacer que los creyentes se hagan responsables de su conducta. Los creyentes deben juzgarse ellos mismos para no caer en las manos de Dios (1 Corintios 11:31, 32). El pecado sexual no debería mencionarse siquiera entre creyentes (Efesios 5:3).

Convivir fuera del matrimonio no solamente viola preceptos bíblicos, sino que expone a la pareja y su futuro matrimonio al riesgo. En este artículo, he reunido varias estadísticas que hacen reflexionar acerca del impacto que puede tener la cohabitación en usted y en su relación. Si quiere tener un buen matrimonio, no haga lo que dice la sociedad; haga lo que nos enseña que hagamos la Biblia.

Notas

1. David Popenoe and Barbara Dafoe Whitehead, "Should We Live Together? What Young Adults Need to Know about Cohabitation before Marriage," The National Marriage Project, the Next Generation Series, Rutgers, the State University of New Jersey, January 1999.

2. P.G. Jackson, "On Living Together Unmarried," Journal of Family Issues 4(1983), 39.

3. U. S. Bureau of the Census, Current Population Reports, Series P20-537; America's Families and Living Arrangements: March 2000 and earlier reports.

4. Larry L. Bumpass, James A. Sweet, and Andrew Cherlin, "The Role of Cohabitation in the Declining Rates of Marriage," Journal of Marriage and Family 53(1991), 914.

5. Ibid., 926.

6. George Barna, The Future of the American Family (Chicago: Moody Press, 1993), 131.

7. Jerald G. Bachman, Lloyd D. Johnston, and Patrick M. O'Malley, Monitoring the Future: Questionnaire Responses from the Nation's High School Seniors, 2000 (Ann Arbor: MI: Institute for Social Research, University of Michigan, 2001).

8. Linda Waite and Maggie Gallagher, The Case for Marriage: Why Married People Are Happier, Healthier and Better Off Financially (New York: Random House, 2000).

9. R.E.L. Watson, "Premarital Cohabitation vs. Traditional Courtship: The Effects of Subsequent Marital Adjustment," Family Relations 32(1981), 139-147.

10. Alfred DeMaris and K. Vaninadha Rao, "Premarital Cohabitation and Subsequent Marital Stability in the United States: A Reassessment," Journal of Marriage and Family 54(1992), 178-190.

11. Stephen Nock, "A Comparison of Marriages and Cohabiting Relationships," Journal of Family Issues 16(1995), 53-76. 12.

12. Premarital Cohabitation and Marital Communication," Journal of Marriage and Family 64(2002), 180-192.

13. Lee Robins and Darrel Reiger, Psychiatric Disorders in America (New York: Free Press, 1990), 72.

14. Andrew Greeley, Faithful Attraction (New York: Tom Doherty, 1991), 206.

15. Jan E. Stets, "Cohabiting and Marital Aggression: The Role of Social Isolation," Journal of Marriage and Family 53(1991): 669-680.

16. Todd K. Shackelford, "Cohabitation, Marriage and Murder," Aggressive Behavior 27(2001), 284-191.

17. Elizabeth Thompson, T. L. Hanson, and S.S. McLanahan, "Family Structure and Child Well-Being: Economic Resources versus Parental Behaviors," Social Forces 71(1994), 221-242; Rachel Dunifon and Lori Kowaleski-Jones, "Who's in the House? Effects of Family Structure on Children's Home Environments and Cognitive Outcomes," Child Development, forthcoming.


Acerca del autor

Kerby Anderson es el director nacional de Probe Ministries International. Recibió su B.S. de Oregon State University, M.F.S. de Yale University, y M.A. de Georgetown University. Es autor de varios libros, incluyendo Genetic Engineering (Ingeniería genética), Origin Science (La ciencia de los orígenes), Living Ethically in the 90s (Cómo vivir éticamente en la década del 90), Signs of Warning (Señales de advertencia), Signs of Hope (Señales de esperanza), y Moral Dilemmas (Dilemas morales). Director general y colaborador de los libros Marriage, Family and Sexuality y Technology, Spirituality, & Social Trends, de Kregel Publications.

Es un columnista nacionalmente sindicado cuyas editoriales han aparecido en los periódicos Dallas Morning News, Miami Herald, San Jose Mercury, y Houston Post.

09 mayo 2006

EL 'YO VACIO' : Falta de crecimiento

El cristiano, Dr. J. P. Moreland, l afirma que los cristianos no están experimentando la madurez espiritual porque son víctimas de algo que él llama: "El síndrome del yo vacío". Esta falta de madurez deja a los creyentes sin las herramientas necesarias para impactar a su cultura para el reino de Dios, o para experimentar lo que la palabra denomina la "mente de Cristo". Según Moreland, el propósito de la vida para los creyentes es dar honra a Dios. Esto involucra encontrar nuestra vocación y seguirla para el bien de creyentes y no creyentes, mientras que en el proceso somos transformados en personas más parecidas a Cristo. Hacer esto involucra desarrollar virtudes intelectuales y morales a lo largo de períodos largos y demorar el deseo constante de la gratificación inmediata.

Lamentablemente, nuestra cultura enseña un conjunto completamente diferente de virtudes. Enfatiza un estilo de vida egocéntrico y orientado hacia el consumo, que trabaja directamente en contra de poseer una mente cristiana madura. También pone un énfasis enfermizo en vivir el momento, en vez de comprometerse con proyectos de largo plazo de disciplina y aprendizaje personal.

Para entender mejor sus argumentos, resulta útil explicar el concepto de las causas necesarias y suficientes. Una causa necesaria para la madurez cristiana es la salvación. Porque sin el nuevo nacimiento una persona sigue estando espiritualmente muerta y está desprovista del Espíritu Santo que mora en ella. Sin embargo, si bien el perdón del pecado es necesario para la madurez cristiana, no es suficiente. Nosotros cooperamos con el Espíritu para alcanzar la madurez al disciplinar nuestra voluntad y nuestro intelecto de acuerdo con las virtudes detalladas en la palabra del Señor.

Al escribir a Tito, el apóstol Pablo dijo que un líder de la iglesia debía ser "sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen", Tito 1: 8-9. Esta exhortación supone una cantidad de habilidades complejas y una vida dedicada a aprender y enseñar.

Todos nosotros debemos ser conocedores de las Escrituras, pero también debemos ser capaces de defender la cosmovisión cristiana en el mercado de ideas que son comunes a nuestra cultura. La capacidad de dar una respuesta a quienes se oponen al cristianismo, y hacerlo con mansedumbre y respeto, como enseña Pedro (1 P. 3:15), requiere una confianza que surge de una vida de devoción y estudio.

En este artículo, consideraremos la descripción de Moreland del síndrome del “yo vacío”, y ofreceremos formas en que los cristianos puede evitar su influencia.

Siete rasgos del yo vacío
Estamos discutiendo un conjunto de impedimentos a la madurez cristiana llamado "El síndrome del yo vacío". J. P. Moreland, en su libro Love Your God With All Your Mind, lista siete rasgos comunes a las personas que sufren de esta enfermedad autoinducida. Para algunos, parecerá que Moreland está describiendo a un adolescente típico y, en cierto sentido, corresponde esta analogía. El yo vacío se resume mejor como una falta de crecimiento, tanto intelectualmente como espiritualmente, lo que da como resultado una adolescencia cristiana perpetua.

1. Un individualismo desmedido. El primer rasgo del yo vacío es un individualismo desmedido. Quienes sufren de esto raramente se definen a sí mismos como parte de una comunidad, ni ven sus vidas en el contexto de grupo mayor. La gente raramente siente un vínculo o un compromiso fuerte, ni siquiera con los familiares. El yo vacío deriva las metas y los valores de la vida desde dentro de su propio conjunto de necesidades y percepciones personales, permitiendo que el egocentrismo reine completamente. Raramente busca el yo vacío el bien de una comunidad más amplia, como la iglesia, en el momento de decidir un curso de acción.

2. El infantilismo. Muchos observadores de la cultura norteamericana notan que los rasgos de la personalidad adolescente están permaneciendo con los jóvenes hasta bien entrado lo que se considera la adultez. Estirar un estudio de cuatro años en la universidad a cinco o más años y demorar el matrimonio hasta los treinta años o más, son señales de que no son muy valorados el trabajo duro y el compromiso. Algunos van aún más lejos, buscando una demanda infantil de placer que parea toda nuestra cultura. El resultado es que el aburrimiento se convierte en el mayor de los males. Literalmente nos estamos entreteniendo hasta la muerte con demasiada comida y poco por lo cual vivir más allá de nuestro placer personal.

3. El narcisismo. El yo vacío es también altamente narcisista. El narcisismo es un sentido intensamente desarrollado de auto infatuación; como resultado, el logro personal se convierte en el objetivo último de la vida. También puede resultar en la manipulación de las relaciones a fin de alimentar este sentido. En su forma más peligrosa, la relación de una persona con Dios puede estar modelada por esta necesidad. Dios es destronado para que encaje en la búsqueda de la autorrealización del individuo.

Esta condición deja a las personas con una incapacidad para asumir compromisos duraderos y lleva a la superficialidad y al distanciamiento. La educación y la participación en la iglesia son valoradas desde la base del logro personal. No son consideradas como oportunidades para usar los dones propios en bien de los demás.

Todos somos culpables de estas actitudes ocasionalmente. El crecimiento cristiano es el proceso de ir sacando las capas de los deseos egoístas. La situación se vuelve más seria cuando tanto la cultura como la iglesia afirman una orientación egocéntrica en vez de estar centrada en nuestro Señor.

Según Moreland, la persona que sólo mira la televisión es la imagen del yo vacío. En vez de equiparse con las herramientas necesarias para impactar la cultura para Cristo y su reino, muchas personas escogen vivir a través de las vidas y las acciones de otros. Moreland escribe: "... el pastor estudia la Biblia por nosotros, los noticieros realizan el pensamiento político por nosotros”.

4. La pasividad. Uno de los factores más poderosos que contribuyen a la pasividad es la televisión. Mirar la televisión alienta una actitud estática hacia la vida. Su misma popularidad está construida sobre las experiencias vicarias que ofrece, desde equipos deportivos hasta telenovelas. Es difícil imaginar cómo a una persona que mira una cantidad de televisión promedio de televisión, que son veinticinco horas a la semana para alumnos primarios, podría quedarle el tiempo suficiente como para invertir en la lectura y el estudio que se necesita para convertirse en un creyente maduro y un defensor de la fe. Nuestra cultura centrada en las celebridades nos alienta a fijarnos en las vidas de unas pocas personas populares en vez de vivir nuestras vidas al máximo para nuestro Señor.

5. Una cultura centrada en los sentidos. El síndrome del yo vacío alienta la creencia en que el mundo físico y perceptible es todo lo que existe. Si bien los cristianos, por definición, tendrían que estar inmunes a esta actitud, a menudo actúan como si fuera cierta. La cultura centrada en los sentidos resultante pierde el interés en discusiones acerca de la verdad trascendente o conceptos como el alma, y la consecuencia es una mente cada vez más cerrada, según lo describe Allen Bloom en su éxito de librería sobre la vida universitaria a fines de la década de 1980. Los estudiantes y el público en general pierden el valor de aprender en los libros, así que dejan de leer, o al menos dejan de considerar libros serios acerca de asuntos relacionados con las cosmovisiones.

El psicólogo de Harvard, Pitirim Sarokin, escribió que una vez que se instala una cultura centrada en los sentidos, una sociedad ya ha comenzado a desintegrarse debido a la falta de recursos intelectuales necesarios para mantener una comunidad viable.

Pablo nos recuerda el peligro de un estado de mente del yo vacío cuando escribe: "el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo...” Filipenses 3: 19-20.

6. Sin vida interior. En las últimas décadas las personas se han vuelto mucho más preocupadas por factores externos como la posesión de bienes de consumo, la fama, la imagen y el poder antes que el desarrollo de lo que él llama una vida interior. No ha pasado mucho tiempo desde que las personas eran medidas por los rasgos interiores de la virtud y la moralidad, y era la persona que exhibía personalidad y actuaba honorablemente quien era tenida en alta estima.

Este tipo de vida estaba edificada sobre la contemplación de lo que podría llamarse la "vida buena". Después de una larga deliberación, un individuo se disciplinaba en aquellas virtudes más valoradas.

Pedro describe este proceso para los creyentes cuando nos dice: "añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor", 2ª Pedro 2: 5-7 y agrega "si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo", 2ª Pedro 5: 8.

7. Estar ocupados. Casi todos experimentan, en algún grado, el último rasgo del yo vacío: la vida apurada y excesivamente ocupada. Si bien la mayoría de nosotros no lo pensaría de esa forma, el estar ocupados puede ser una forma de idolatría. Todo lo que se interpone entre una persona y su relación con Dios se convierte en un ídolo. La advertencia crucial es esta: Apenas nuestra lealtad a algo nos lleva a desobedecer a Dios, corremos peligro de convertirlo en un ídolo.

Muchos llenan sus vidas con actividades interminables a fin de bloquear el vacío emocional y el hambre espiritual que llena sus almas. Nada fuera de Dios mismo puede suplir esa necesidad. David clamó a Dios diciendo: "No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente", Salmo 51: 11-12. El yo vacío intenta reemplazar a Dios con cosas que Él ha creado. Una vida que está demasiado ocupada para Dios está perdiéndose la vida misma.

El yo vacío es altamente individualista, infantil, narcisista, pasivo, centrado en los sentidos, sin vida interior y demasiado ocupado.

Cómo curar el síndrome del yo vacío
Como todas las afecciones, primero debemos admitir que existe un problema. Podemos seguir estando obsesionados con libros de autoayuda que simplemente apaciguan, consuelan y entretienen al lector.

Necesitamos escoger ser diferentes. Debemos ser diferentes del asistente a la iglesia típico que raramente lee o considera las preguntas y desafíos de los incrédulos, y diferentes de la cultura general egocéntrica que busca el conocimiento sólo para el poder y el lucro financiero.

Necesitamos desarrollar la paciencia y la perseverancia, tomando e imitando de aquel que es nuestra fuente verdadera, Jesucristo El Señor.

Que esté en todos nosotros el anhelo de crecer, de ir adelante a la perfección desechando todo aquello que impida la manifestación de la vida del Señor en nosotros. Que dejemos toda actitud de niños y vamos adelante a la madurez en Cristo Jesús.

“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.
(2ª Pedro 3: 18)

04 mayo 2006

Decodificando El Código Da Vinci (Michael Gleghorn)

Introducción a El Código Da Vinci

La tremendamente exitosa novela de Dan Brown, El Código Da Vinci, ha generado un enorme interés en el público lector. A la fecha, el libro ha vendido unos cinco millones de ejemplares. Aparentemente, Ron Howard ha dado su acuerdo para dirigir la historia para Sony Pictures Entertainment, y posiblemente la lleve a las pantallas en 2005.{1}

Pero, ¿por qué tanto alboroto? Y ¿por qué ha causado tanto revuelo la novela de Brown? La historia comienza con el asesinato del director del Louvre, dentro del museo. Pero el director no está interesado solo en el arte; es, también, el Gran Maestro de una sociedad secreta conocida como El Priorato de Sion. El Priorato guarda un antiguo secreto que, de ser revelado, minaría la autoridad de la iglesia y desacreditaría completamente el cristianismo bíblico. Antes de morir, el director intenta pasar el secreto a su bisnieta, Sofía, una criptógrafa, y a Robert Langdon, un profesor de Harvard, dejando una serie de pistas que espera que los guiarán a la verdad.
Entonces, preguntará usted, ¿cuál es el secreto? El lugar, la verdadera identidad, del muy buscado Santo Grial. Pero, en la novela de Brown, el Grial no es la copa supuestamente usada por Cristo en la Última Cena. Más bien, es la persona de María Magdalena, ¡la esposa de Jesús, que mantuvo el linaje real de Cristo dando a luz a su hijo! ¡El Priorato de Sion guarda celosamente la ubicación secreta de la tumba de María y está encargado de proteger el linaje de Jesús, que ha continuado hasta hoy!

Pero, ¿hay alguien que tome en serio estas ideas? Sí; de hecho, lo hay. Esto se debe, en parte, a la forma en que Brown ha escrito su historia. Si uno empieza a leer El Código Da Vinci, la primera palabra que encuentra, en negrita y mayúsculas, es "HECHOS". Poco después, Brown escribe: "Todas las descripciones de ilustraciones, arquitectura, documentos y ritos secretos en esta novela son exactas".{2} Y, el lector promedio, sin ningún conocimiento o capacitación especial en estas áreas, dará por sentado que la afirmación es verdadera.

Pero no lo es. Y se han escrito muchos artículos documentando específicamente algunas de las imprecisiones de Brown en estas áreas.{3} Pero Brown, además, tiene una forma de hacer que las novedosas teorías acerca de Jesús y la historia primitiva del cristianismo de la novela parezcan creíbles. Las teorías son adoptadas por los personajes más cultos de la novela: un historiador real británico, Leigh Teabing, y un profesor de Simbología Religiosa de Harvard, Robert Langdon. En boca de estos personajes, el lector desprevenido queda con la impresión de que las teorías son, en realidad, verdaderas. Pero, ¿lo son?

En el resto del artículo, mi argumento será que la mayor parte de lo que Brown nos cuenta de Jesús, la Biblia y la historia de la iglesia primitiva, es simplemente falso.

¿Alteró Constantino nuestros cuatro Evangelios?
Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que más tarde fueron reconocidos oficialmente como parte del canon (o "regla de fe") del Nuevo Testamento, ¿fueron alterados y "mejorados" intencionalmente en el siglo IV por orden del emperador Constantino? Esto es lo que Leigh Teabing, el historiador real ficticio de El Código Da Vinci, sugiere. En un punto dice: "Constantino encargó y financió una nueva Biblia, que omitía aquellos evangelios que hablaban de los rasgos humanos de Cristo, y alteró aquellos Evangelios que lo hacían aparecer con características de Dios". (234). Pero, ¿es esto realmente verdad?

Es cierto que en una carta al historiador de la iglesia primitiva, Eusebio, Constantino ordenó la preparación de "cincuenta copias de las Sagradas Escrituras".{4} Pero en ninguna parte de la carta ordena que ninguno de los Evangelios sea alterado a fin de hacer aparecer a Jesús más como Dios. Y, aun si lo hubiera hecho, habría sido prácticamente imposible lograr que los fieles cristianos aceptaran este tipo de relatos.

Antes del reinado de Constantino, la iglesia había enfrentado una persecución generalizada bajo el emperador Diocleciano. ¡Resulta difícil creer que la misma iglesia que había soportado esta persecución de pronto arrojaría por la borda sus amados Evangelios para abrazar relatos alterados de la vida de Jesús! Además, con toda seguridad, de haber intentado hacer algo así Constantino, tendríamos bastante evidencia en los escritos de los Padres de la Iglesia. Pero esta evidencia falta por completo. Y, finalmente, decir que los líderes de la iglesia del cuarto siglo, muchos de los cuales había soportado persecución por su fe en Cristo, accederían a unirse a Constantino en una gran conspiración de este tipo es completamente fantasioso. Simplemente no hay ninguna evidencia de que haya ocurrido jamás.

Un último punto. Tenemos copias de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que son significativamente anteriores a Constantino y al Concilio de Nicea. Si bien ninguna de las copias está completa, sí tenemos copias casi completas tanto de Lucas como de Juan en un códice fechado entre 175 y 225 d.C., al menos cien años antes de Nicea. Otro manuscrito, fechado alrededor de 200 d.C. o antes, contiene la mayor parte del Evangelio de Juan.{5} Pero, ¿por qué es importante esto?

Primero, podemos comparar estos manuscritos prenicenos con los que siguieron a Nicea para ver si hubo alguna alteración. No hubo ninguna. Segundo, las versiones prenicenas del Evangelio de Juan incluyen algunas de las declaraciones más fuertes registradas sobre la deidad de Jesús (ej: 1:1-3; 8:58; 10:30-33; etc.). Es decir, ¡las declaraciones más explícitas de la deidad de Jesús en cualquiera de nuestros Evangelios ya se encuentran en manuscritos que antedatan a Constantino en más de cien años! Esto en cuanto a la teoría de que fueron alterados. Pero, ¿podemos confiar en estos Evangelios?

¿Podemos confiar en los Evangelios?
Si bien no hay ninguna base histórica para la afirmación de que Constantino alteró los Evangelios del Nuevo Testamento para que hicieran aparecer a Jesús más parecido a Dios, todavía debemos preguntar si los Evangelios son fuentes confiables y fidedignas de información sobre Jesús. Según Teabing, el historiador ficticio que encontramos anteriormente: "Casi todo lo que nuestros padres nos enseñaron acerca de Cristo es falso" (235). ¿Es cierto esto? La respuesta depende, en gran manera, de la confiabilidad de las biografías más antiguos que tenemos de Jesús, los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Cada uno de los Evangelios fue escrito en el primer siglo d.C. Si bien son, técnicamente, anónimos, tenemos evidencia bastante fuerte de escritores del segundo siglo, como Papías (c. 125 d.C.) e Ireneo (c. 180 d.C.), que atribuye cada Evangelio a su autor tradicional. Si su testimonio es verdadero (y tenemos pocos motivos para dudarlo), entonces Marcos, el compañero del discípulo Pedro, escribió la esencia de la predicación de Pedro. Y Lucas, el compañero del apóstol Pablo, investigó cuidadosamente y escribió la biografía que lleva su nombre. Finalmente, Mateo y Juan, dos de los doce discípulos de Jesús, escribieron los libros que se les atribuyen. Si todo esto es correcto, entonces los sucesos registrados en estos evangelios "están basados en el testimonio directo o indirecto de testigos oculares".{6}

Pero, los escritores de los Evangelios, ¿tuvieron la intención de registrar de forma fidedigna la vida y el ministerio de Jesús? ¿Estaban, siquiera, interesados en la historia, o acaso sus intenciones teológicas opacaron todo deseo que pudieran haber tenido de decirnos lo que realmente pasó? Craig Blomberg, un estudioso del Nuevo Testamento de Denver Seminary, observa que la introducción del Evangelio de Lucas "se parece mucho a los prólogos de obras históricas y biográficas de la antigüedad en las que la gente confía generalmente". Además, señala que, dado que Mateo y Marcos son muy similares a Lucas en términos de género, "parece razonable que la intención histórica de Lucas reflejaría muy estrechamente la intención de ellos".{7}
Finalmente, Juan nos dice que escribió su Evangelio para que la gente pudiera creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que, al creer, pudieran tener vida eterna en su nombre (20:31). Si bien podemos reconocer que esta declaración revela una clara intención teológica, Blomberg señala que "si una se va a convencer lo suficiente como para creer, la teología tiene que fluir de la historia exacta".{8}

Es interesante que las disciplinas de la historia y la arqueología son una gran ayuda para corroborar la confiabilidad general de los escritores del Evangelio. Donde estos autores mencionan personas, lugares y sucesos que pueden ser verificados con otras fuentes antiguas, se demuestra consistentemente que son bastante confiables. Por lo tanto, tenemos buenos fundamentos para confiar en los Evangelios del Nuevo Testamento.

Pero, ¿qué pasó con los "evangelios" que no llegaron a entrar en el Nuevo Testamento? Específicamente, que pasó con los documentos de Nag Hammadi?

Los evangelios de Nag Hammadi
Desde su descubrimiento en 1945, ha habido mucho interés en los textos de Nag Hammadi. Pero, ¿qué son estos documentos? ¿Cuándo se escribieron, por quiénes, y con qué propósito? Según Teabing, le historiador ficticio de El Código Da Vinci, los textos de Nag Hammadi representan "los registros cristianos más antiguos" (245). Estos "evangelios inalterados", dice, cuentan la verdadera historia acerca de Jesús y el cristianismo primitivo (248). Los Evangelios del Nuevo Testamento son, supuestamente, una versión posterior y adulterada de estos sucesos.

El único problema con la teoría de Teabing es que es errónea. Los documentos de Nag Hammadi no son "los registros cristianos más antiguos". Cada uno de los libros del Nuevo Testamento es anterior a ellos. Los documentos del Nuevo Testamento, incluyendo los cuatro Evangelios, fueron escritos todos en el primer siglo d.C. En contraste con estos documentos, las fechas de los textos de Nag Hammadi van del segundo al tercer siglo d.C. Como señala el Dr. Darrell Bock, en su próximo libro, Breaking the Da Vinci Code, "El grueso de este material dista algunas generaciones de los fundamentos de la fe cristiana, un punto vital a recordar al evaluar los contenidos".{9}

¿Qué sabemos, entonces, acerca del contenido de esto libros? Suele haber acuerdo en que los textos de Nag Hammadi son documentos gnósticos. El fundamento clave del gnosticismo es que la salvación se obtiene a través de un conocimiento secreto y esotérico. Como resultado, los evangelios gnósticos, en fuerte contraste con sus contrapartes del Nuevo Testamento, no asignan prácticamente ningún valor a la muerte y resurrección de Jesús. Por cierto, la cristología gnóstica tendía a separar al Jesús humano del Cristo Divino, y los consideraba como dos seres distintos. No fue el Cristo Divino el que sufrió y murió; fue simplemente el Jesús humano, o tal vez Simón de Cirene mismo.{10}
En realidad, a los gnósticos no les importaba mucho, porque, según su forma de ver, la muerte de Jesús era irrelevante para obtener la salvación. Lo verdaderamente importante no era la muerte del hombre Jesús sino el conocimiento secreto que trajo el Cristo Divino. Según los gnósticos, la salvación venía a través de una comprensión correcta de este conocimiento secreto.{11}

Está de más decir que estas doctrinas son incompatibles con la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de Cristo y la salvación (ej: Romanos 3:21-26; 5:1-11; 1 Corintios 15:3-11; Tito 2:11-14). Irónicamente, son también incompatibles con la perspectiva de Teabing de que los textos de Nag Hammadi "hablan del ministerio de Cristo en términos muy humanos" (234). Los textos de Nag Hammadi, en realidad, presentan a Cristo como un ser divino, si bien de forma bastante diferente de la perspectiva del Nuevo Testamento.{12}

Por lo tanto, los textos de Nag Hammadi son posteriores a los escritos del Nuevo Testamento y se caracterizan por una cosmovisión que es completamente ajena a su teología. Los Padres de la Iglesia fueron sabios al rechazarlos para el canon del Nuevo Testamento. Pero, ¿cómo decidieron cuáles libro sí incluir?

La formación del canon del Nuevo Testamento
En los primeros siglos del cristianismo, se escribieron muchos libros acerca de las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles. La mayoría de estos libros nunca llegaron a estar en el Nuevo Testamento. Estos incluyen títulos como El Evangelio de Felipe, Los Hechos de Juan, Tercera de Corintios y El Apocalipsis de Pedro. ¿Cómo decidió la iglesia primitiva qué libros incluir en el Nuevo Testamento, y cuáles rechazar? ¿Cuándo se tomaron estas decisiones, y quiénes las tomaron? Según el historiador ficticio Teabing, "la Biblia, tal como la conocemos hoy, fue compaginada por . . . Constantino el Grande" (231). De nuevo debemos preguntarnos: ¿es cierto esto?

La iglesia primitiva tenía criterios muy definidos que debía cumplir un libro para ser incluido en el Nuevo Testamento. Según señala el Dr. Bart Ehrman, un libro debía ser antiguo, escrito cerca del tiempo de Jesús. Debía ser escrito por un apóstol o por un compañero de un apóstol. Debía ser consistente con la comprensión ortodoxa de la fe. Y tenía que estar ampliamente reconocido y aceptado por la iglesia.{13} Los libros que no cumplían con estos criterios no fueron incluidos en el Nuevo Testamento.

¿Cuándo se tomaron estas decisiones? Y, ¿quiénes las tomaron? Nunca hubo un concilio ecuménico en la iglesia primitiva que decretara oficialmente que los veintisiete libros que tenemos hoy en nuestro Nuevo Testamento eran los correctos.{14} Más bien, el Canon tomó forma gradualmente a medida que la iglesia reconocía y aceptaba aquellos libros que eran inspirados por Dios. La colección más antigua de libros "que circuló entre las iglesia en la primera mitad del segundo siglo" fueron los cuatro Evangelios y las cartas de Pablo.{15} Pero no fue hasta que el hereje Marción publicara su versión expurgada del Nuevo Testamento, alrededor de 144 d.C. que los líderes de la iglesia buscaron definir el Canon más específicamente.{16}

Hacia el final del segundo siglo, hubo un consenso creciente en la iglesia de que el Canon debía incluir los cuatro Evangelios, Hechos, las trece cartas paulinas, "epístolas de otros 'hombres apostólicos' y el Apocalipsis de Juan". {17} Por ejemplo, el Canon Muratorio, que data de fines del segundo siglo, reconoció a cada uno de los libros del Nuevo Testamento excepto Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro, y 3 Juan. Ireneo reconoció libros similares, si bien no idénticos, a fines del segundo siglo, al igual que Orígenes, a principios del tercer siglo. Por lo tanto, mientras que el listado más antiguo de todos los libros del Nuevo Testamento proviene de Atanasio, en 367 d.C., había un acuerdo generalizado sobre la mayoría de los libros (incluyendo los cuatro Evangelios) para fines del segundo siglo. El Canon del Nuevo Testamento no fue producto de una decisión de Constantino.

¿Quién fue María Magdalena? (Primera parte)
Otra acusación que se hace en El Código Da Vinci es la desafortunada idea errónea de que María Magdalena era una prostituta. ¿De dónde salió esta idea? Y, ¿por qué tanta gente la cree?

Según Leigh Teabing, el historiador ficticio de El Código Da Vinci, la idea popular de que María Magdalena era una prostituta "es el legado de una campaña de desprestigio . . . de la iglesia primitiva". Según Teabing, "la iglesia necesitaba difamar a María . . . a fin de encubrir su peligroso secreto: su papel como el Santo Grial" (244). Recuerde que, en el mundo de esta novela, el Santo Grial no es la copa usada por Jesús en la Última Cena. En cambio, es María Magdalena, que supuestamente sería la esposa de Jesús y quien llevó en su vientre su linaje real.

¿Qué podemos decir al respecto? La iglesia primitiva, ¿realmente buscó calumniar a María como prostituta a fin de encubrir su relación íntima con Jesús? La primera instancia registrada de María Magdalena identificada erróneamente como una prostituta ocurrió en un sermón del Papa Gregorio el Grande, en 591 d.C. {18} Lo más probable es que este no fue un intento deliberado de calumniar la persona de María. Más bien, Gregorio probablemente interpretó erróneamente algunos pasajes de los Evangelios, lo que hizo que identificara a María, incorrectamente, como una prostituta.

Por ejemplo, podría haber identificado a la mujer pecadora sin nombre de Lucas 7, que ungió los pies de Jesús, con María de Betania, de Juan 12, que también ungió los pies de Jesús poco antes de su muerte y sepultura. Esto podría haber ocurrido fácilmente porque, si bien hay importantes diferencias, hay también muchas similitudes entre ambos incidentes. Si Gregorio pensó que la mujer pecadora de Lucas 7 era la María de Juan 12, entonces tal vez vinculó erróneamente a esta mujer con María Magdalena. Resulta que Lucas menciona a María Magdalena por primera vez al comienzo del capítulo 8, justo después de la historia del ungimiento de Jesús, en Lucas 7. Dado que la mujer sin nombre de Lucas 7 era probablemente culpable de algún tipo de pecado sexual, si Gregorio llegó a creer que esta mujer era María Magdalena, entonces no sería un salto demasiado grande inferir que era una prostituta.

Por lo tanto, si bien no hay ninguna evidencia real de que María fuera una prostituta, no es difícil ver cómo Gregorio podría haberla identificado erróneamente con una. Es lamentable que lo haya hecho, y necesita ser corregido, pero difícilmente sea necesario creer que formó parte de una campaña de desprestigio deliberado de la iglesia primitiva.

¿Quién fue María Magdalena? (Segunda parte)
¿Qué revelan nuestras fuentes más antiguas acerca de la verdadera María Magdalena? Según Teabing, María fue la esposa de Jesús, la madre de su hijo, y la que establecería la iglesia luego de la muerte de Jesús (244-48). En apoyo de esta teoría, Teabing apela a dos de los evangelios gnósticos: El Evangelio de Felipe y El Evangelio de María [Magdalena] . Consideraremos El Evangelio de Felipe más adelante. Por ahora, miremos más detenidamente El Evangelio de María.

La sección de este evangelio citada en la novela de Brown muestra un Pedro incrédulo, que simplemente no puede creer que el Cristo resucitado haya revelado secretamente información a María que no reveló a sus discípulos varones. Leví, sin embargo, reprende a Pedro: "Si el Salvador la consideró digna, ¿quién eres tú . . . para rechazarla? Sin duda el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amó a ella más que a nosotros" (247).

¿Qué podemos decir de este pasaje? Primero, es importante observar que en ninguna parte de este evangelio se nos dice que María era la esposa de Jesús o la madre de su hijo. Segundo, muchos estudiosos creen que este texto probablemente debería leerse de forma simbólica, donde Pedro representa la ortodoxia primitiva cristiana y María, una forma del gnosticismo. Por lo tanto, este evangelio probablemente esté diciendo que "María" (es decir, los gnósticos) ha recibido revelación divina, aun cuando "Pedro" (es decir, los ortodoxos) no lo puedan creer.{19} Finalmente, aun cuando este texto tenga que leerse literalmente, tenemos pocas razones para creer que es históricamente confiable. Probablemente fue compuesto en algún momento del final del segundo siglo, unos cien años después de los evangelios canónicos.{20} Por lo tanto, a diferencia de lo que sugiere la novela, ciertamente no fue escrito por María Magdalena, ni por ninguno de los demás seguidores originales de Jesús.{21}

Si queremos tener información confiable acerca de María, debemos recurrir a nuestras fuentes más antiguas, los Evangelios del Nuevo Testamento. Estas fuentes nos dicen que María era una seguidora de Jesús del pueblo de Magdala. Luego de que Jesús echara siete demonios de ella, ella (junto con otras mujeres) ayudó a apoyar su ministerio (Lucas 8:1-3). Fue testigo de la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, y la primera en ver al Cristo resucitado (Mateo 27:55-61; Juan 20:11-18). Jesús llegó a confiarle el anuncio de su resurrección a sus discípulos varones. En este sentido, María fue una "apóstol" para los Apóstoles.{22} Esto es todo lo que nos dicen los Evangelios acerca de María.{23} Claramente, fue una mujer importante. Pero no hay nada que sugiera que fue la esposa de Jesús o que Jesús quería que ella liderara la iglesia.

Pero, ¿no indica El Evangelio de Felipe que María y Jesús estaban casados? Echemos una mirada.

¿Se casó Jesús? (Primera parte)
La evidencia textual más fuerte que tenemos de que Jesús y María Magdalena estuvieron casados viene de El Evangelio de Felipe. Por lo tanto, no nos sorprende que Leigh Teabing, el historiador ficticio de El Código Da Vinci apele a este texto. La sección de este evangelio citado en la novela dice lo siguiente:

Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Cristo la amó más que todos los discípulos y solía besarla frecuentemente en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron: "¿Por qué la amas a ella más que todos nosotros?" (246).

Note que la primera frase se refiere a María como la compañera del Salvador. En la novela, Teabing remata su argumento de que Jesús y María estuvieron casados diciendo: "Como le dirá cualquier estudioso del arameo, la palabra compañera, en esos días, significaba, literalmente, cónyuge" (246). Esto parece ser evidencia bastante fuerte. Después de todo, ¿podría haber estado Jesús casado?

Es importante notar que este evangelio fue escrito originalmente en griego.{24} Por lo tanto, lo que quería decir la palabra "compañera" en arameo es irrelevante. Aun en la traducción copta que se encuentra en Nag Hammadi, hay una palabra tomada prestada del griego (es decir, koinonos) detrás de la palabra que se traduce como "compañera". Darrell Bock señala que esta palabra puede significar "esposa" o "hermana" en un sentido espiritual, pero "no es el término típico o habitual para 'esposa' en griego".{25} Por cierto, koinonos se usa más frecuentemente en el Nuevo Testamento para referirse a "socio" o "compartidor". Lucas usa este término para describir a Santiago y Juan como los "socios" comerciales de Pedro (Lucas 5:10). Por lo tanto, en oposición a la afirmación de Teabing, la declaración de que María era la "compañera" de Jesús no demuestra, de ninguna manera, que era su esposa. Pero ¿qué podemos decir de la declaración siguiente: "Cristo la amó a ella . . . y solía besarla frecuentemente en la boca"?

Primero, esta parte del manuscrito está dañada. En realidad, no sabemos dónde Cristo besaba a María. Por cierto, algunos creen que "era besada en la mejilla o la frente, ya que cualquiera de las palabras encaja en el corte".{26} Segundo, aun cuando el texto dijera que Cristo besaba a María en la boca, no significaría que hubiera algo sexual involucrado. La mayoría de los eruditos concuerdan en que los textos gnósticos contienen mucho simbolismo. Por lo tanto, leer este tipo de textos literalmente es leerlos incorrectamente. Finalmente, independientemente de la intención del autor, este evangelio recién fue escrito en la segunda mitad del tercer siglo, más de doscientos años después del tiempo de Jesús.{27} En consecuencia, la referencia a que Jesús besaba a María es muy probablemente no confiable históricamente.

El Evangelio de Felipe ofrece evidencia insuficiente de que Jesús estuvo casado. Pero, ¿no hubiera sido raro que Jesús permaneciera soltero?

¿Se casó Jesús? (Segunda parte)
Las dos personas más cultas de El Código Da Vinci dicen que un Jesús no casado es altamente improbable. Leigh Teabing, el historiador ficticio, dice: "Jesús, como hombre casado, tiene infinitamente más sentido que nuestra visión bíblica tradicional de Jesús como soltero" (245). Robert Langdon, profesor de Simbología Religiosa de Harvard, concuerda:

Jesús era judío, y el decoro social durante ese tiempo prácticamente prohibía que un hombre judío no se casara. Según la costumbre judía, el celibato era condenado . . . Si Jesús no se casó, al menos uno de los Evangelios de la Biblia lo hubiera mencionado y habría ofrecido alguna explicación de su condición antinatural de soltería (245).

¿Es cierto esto? ¿Qué podemos decir en respuesta de estas afirmaciones?

En su próximo libro, Breaking the Da Vinci Code, Darrell Bock argumenta persuasivamente que un Jesús no casado no es para nada improbable.{28} Por supuesto, es muy cierto que la mayoría de los hombres del tiempo de Jesús sí se casaban. Es cierto, también, que el matrimonio era considerado frecuentemente como una obligación humana fundamental, especialmente a la luz de la orden de Dios de "Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra..." (Génesis 1:28). No obstante, para el primer siglo había excepciones reconocidas y aun elogiadas a esta regla general.
Filón de Alejandría, el escritor judío del primer siglo, describió a los esenios como aquellos que "repudian el matrimonio . . . porque ninguno de los esenios se casa jamás con una esposa".{29}
Es interesante que los esenios no solo escaparon la condenación por su celibato, sino que eran admirados frecuentemente. Filón escribió, también: "Este es, ahora, el envidiable sistema de vida de estos esenios, de forma que no solo personas individuales sino aun reyes poderosos admiran a los hombres, veneran su secta, y aumentan . . . los honores que les confieren". {30} Esta citas revelan claramente que no todos los judíos del tiempo de Jesús consideraban que el matrimonio era obligatorio. De hecho, quienes buscaban evitar el matrimonio por razones religiosas eran a menudo admirados antes que condenados.

Es importante recordar que la Biblia no condena la soltería en ninguna parte. Por cierto, elogia a los que escogen permanecer solteros para dedicarse plenamente a la obra del Señor (ej: 1 Corintios 7:25-38). En Mateo 19:12, Jesús explica que algunas personas "no se casan para dedicarse sólo a trabajar en el reino de Dios" (La Biblia en Lenguaje Sencillo). Concluye diciendo: "Por eso, esta enseñanza es sólo para quienes decidan vivir así". Es prácticamente cierto que Jesús había decidido vivir así. Había renunciado al matrimonio para dedicarse plenamente a la obra de su Padre celestial. Es más, dado que había un antecedente en el primer siglo de hombres judíos que permanecían solteros por razones religiosas, la soltería de Jesús no hubiera sido condenada. En oposición a las afirmaciones de El Código Da Vinci, hubiera sido completamente aceptable que Jesús no se hubiera casado.

Los primeros seguidores de Jesús, ¿proclamaron su deidad?
Hemos considerado la afirmación de El Código Da Vinci de que Jesús se casó y vimos que era deficiente. Pero, ¿por qué hemos dedicado tanto tiempo a este tema? Mark Roberts señala que "la mayoría de los que proponen la tesis de que Jesús se casó tienen una intención oculta. Están intentando quitar a Jesús su condición de único, y especialmente su deidad"{31} Esto, ciertamente, se cumple en El Código Da Vinci. No solo cuestiona esta novela la deidad de Jesús al aducir que se casó, ¡sino que sostiene que sus primeros seguidores nunca creyeron siquiera que fue divino! Según Teabing, la doctrina de la deidad de Cristo fue producto originalmente de una votación en el Concilio de Nicea. Asevera, además: "hasta ese momento de la historia, Jesús era considerado por sus seguidores como un profeta mortal . . . un gran y poderoso hombre, pero un hombre al fin de cuentas" (233). ¿Verdadero o falso? Los primeros seguidores de Jesús, ¿realmente creían que era solo un hombre?

El Concilio de Nicea se reunió en 325 d.C. Para entonces, los seguidores de Jesús ya habían estado proclamando su deidad por casi tres siglos. Nuestras fuentes escritas más antiguas sobre la vida y las enseñanzas de Jesús se encuentran en el Nuevo Testamento. Estos documentos del primer siglo afirman repetidamente la deidad de Cristo. Por ejemplo, en su Carta a los Colosenses, el apóstol Pablo declaró: "Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo" (Colosenses 2:9; ver también Romanos 2:5; Filipenses 2:5-11; Tito 2:13). Y el Evangelio de Juan dice de Jesús: "En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios... Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros" (Juan 1:1, 14).

Además del Nuevo Testamento, hay también afirmaciones de la deidad de Jesús en los escritos de los Padres de la Iglesia prenicenos. Por ejemplo, a principios del siglo segundo, Ignacio de Antioquía escribió de "nuestro Dios, Jesús el Cristo".{32} Pueden encontrarse afirmaciones similares en todos estos escritos. Hay también un testimonio no cristiano del segundo siglo de que los cristianos creían en la divinidad de Cristo. En una carta de Plinio el Joven al emperador Trajano, fechada alrededor de 112 d.C., Plinio dijo que los primeros cristianos "tenían la costumbre de reunirse en cierto día fijo . . . en el cual cantaban . . . un himno a Cristo, como a un dios".{33}

Está claro que los cristianos creían en la deidad de Cristo antes del Concilio de Nicea. También está claro que la mayoría de las teorías sobre Jesús y la iglesia primitiva de El Código Da Vinci son falsas. Si le interesa explorar más estos temas, le recomiendo calurosamente el libro de Darrel Bock, Breaking the Da Vinci Code.

Notas
1. Lea más acerca de esto en
www.filmrot.com/articles/filmrot_news/004089.php (January 15, 2004). 2.
Dan Brown, The Da Vinci Code (New York: Doubleday, 2003), 1.
3. Vea, por ejemplo, Sandra Miesel, "Dismantling the Da Vinci Code," at
www.crisismagazine.com/september2003/feature1.htm y James Patrick Holding, "Not InDavincible: A Review and Critique of The Da Vinci Code," at www.answers.org/issues/davincicode.html.
4. Philip Schaff and Henry Wace, eds., Nicene and Post-Nicene Fathers (Reprint. Grand Rapids, Eerdmans, 1952), 1:549, citado en Norman Geisler and William Nix, A General Introduction to the Bible: Revised and Expanded (Chicago: Moody Press, 1986), 282.

5. Para más información, ver Geisler and Nix, A General Introduction to the Bible, 390.
6. Lee Strobel, The Case for Christ (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1998), 25.
7. Ibid., 39-40.
8. Ibid., 40.
9. Darrell Bock, Breaking the Da Vinci Code (Thomas Nelson Publishers, 2004), 52 (copia manuscrita previa a la publicación).
10. Ibid., 62-63. Ver también The Coptic Apocalypse of Peter and The Second Treatise of the Great Seth en Bart Ehrman, Lost Scriptures: Books That Did Not Make It Into The New Testament, (New York: Oxford University Press, 2003), 78-86.
11. Por ejemplo, The Coptic Gospel of Thomas (saying 1), en Ehrman, Lost Scriptures, 20.
12. Bock, Breaking the Da Vinci Code, 63.
13. Bart D. Ehrman, Lost Christianities: Christian Scriptures and the Battles Over Authentication (Chantilly, Virginia: The Teaching Company: Course Guidebook, part 2, 2002), 37.
14. Ehrman, Lost Scriptures, 341.
15. F.F. Bruce, "Canon," en Dictionary of Jesus and the Gospels, eds. Joel B. Green, Scot McKnight and I. Howard Marshall (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1992), 95.
16. Ibid., 95-96.
17. Ibid., 96.
18. Bock, Breaking the Da Vinci Code, 25-26. Me he apoyado fuertemente en el análisis del Dr. Bock en esta sección.
19. Ibid., 116-17.
20. Bart Ehrman, Lost Scriptures, 35.
21. Dan Brown, The Da Vinci Code (New York: Doubleday, 2003). En la página 247 leemos: "Sophie no había sabido que existía un evangelio en palabras de Magdalena".
22. Un "apóstol" puede referirse simplemente a "uno enviado" como emisario o mensajero. María fue una "apóstol" en este sentido, ya que fue enviada por Jesús para decir a los discípulos que Él había resucitado.
23. Para más información, ver Bock, Breaking the Da Vinci Code, 16-18.
24. Ehrman, Lost Scriptures, 19.
25. Bock, Breaking the Da Vinci Code, 22.
26. Ibid., 21.
27. Ibid., 20.
28. En esta sección me he apoyado fuertemente en el capítulo 3 del libro de Dr. Bock, Breaking the Da Vinci Code, pp. 40-49 (copia anterior a la publicación).
29. Philo, Hypothetica, 11.14-17, citado en Bock, Breaking the Da Vinci Code, 43.
30. Ibid., 44.
31. Mark D. Roberts, "Was Jesus Married? A Careful Look at the Real Evidence," en
www.markdroberts.com/htmfiles/resources/jesusmarried.htm, January, 2004.
32. Ignatius of Antioch, "Ephesians," 18:2, citado en Jack N. Sparks, ed., The Apostolic Fathers, trans. Robert M. Grant (New York: Thomas Nelson Publishers, 1978), 83.
33. Pliny, Letters, transl. by William Melmoth, rev. by W.M.L. Hutchinson (Cambridge: Harvard Univ. Press, 1935), vol. II, X:96, citado en Habermas, The Historical Jesus, 199.

Acerca del autor

Michael Gleghorn es un asociado en investigación de Probe Ministries. Obtuvo su B.A. en Psicología de Baylor University y un Th.M en Teología Sistemática de Dallas Theological Seminary. Antes de incorporarse al personal de Probe, enseñó Historia y Teología en Christway Academy, en Duncanville, Texas. Además de su trabajo en Probe, está involucrado en el ministerio a estudiantes internacionales de University of Texas, en Dallas. Michael y su hermosa esposa, Hannah, viven en Frisco, Texas.